«El sol brilla para todo el mundo»

La vida está llena de palabras, mensajes arbitrarios y otros que nacen de nuestro común denominador: la existencia arrojada. Y digo «arrojada» sin animo despectivo, pero vivir es una condición impuesta por otros. Una existencia absurda como diría Albert Camus, que nos enfrenta a la libre elección de construirla como deseemos. Digo esto, pensando desde un núcleo filosófico, porque la verdad está hecha ruinas y se (nos) condiciona a diversos valores que otorga el mercado. «Los que soplan las botellas que otros beberán», dice el escritor francés Jacques Prévert, «Los que en invierno se cobijan en las iglesias». Para ellos no brilla el sol, su cotidiano se ha reducido a sombras, a la reiteración de una elección previa u obligada. De todas maneras, existen pequeños y concluyentes momentos de realización, incluidos en la negación o en el daño.

Creo que me extiendo y una vez más divago con el lenguaje.  A continuación, comparto el poema llamado «Intento de descripción de una cena de mascarones en París de Francia», texto que me cautivó por su poderoso significado y sencillez.

No diré mucho sobre Prévert, creo que su poema habla por sí solo, su obra es muy conocida y fácil de encontrar por la web ( En 1946, vendió más de dos millones de ejemplares de su libro Palabras, por citar un ejemplo).

La página de poesía A media Voz, lo define como una persona que, «Se mantuvo siempre hostil hacia todas las fuerzas de opresión social, testimoniando su afecto y su compasión para la clase humilde».

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Jacques Prévert (1900-1977)

Intento de descripción de una cena de mascarones en París de Francia

Por Jacques Prévert

Afuera es primavera, hay animales, flores, en el bosque de Clamart se escuchan los gritos de los niños que se divierten; es primavera: hace calor. Enamorados, los fósforos de madera se regodean al ser frotados en el cerillero; es primavera, acné de colegiales, y he allí a la hija del sultán y al domador de mandrágoras, he allí los pelícanos, las flores en los balcones, he allí las regaderas, estamos en la estación más bella del año.

El sol brilla para todo el mundo, no brilla en las prisiones, no brilla para los que trabajan en las minas, los que descaman el pescado.

Los que comen carne podrida.

Los que fabrican horquillas para el pelo.

Los que soplan las botellas que otros beberán.

Los que pasan las vacaciones en las fábricas.

Los que ordeñan las vacas y no beben la leche.

Los que no son anestesiados en el consultorio del dentista.

Los que fabrican en los sótanos las lapiceras con las que otros escribirán al aire libre que todo marcha a las mil maravillas.

Los que tienen demasiado que decir para poder decirlo.

Los que tienen trabajo.

Los que no lo tienen.

Los que lo buscan.

Los que no lo buscan.

Los que dan de beber a los caballos.

Los que tienen casi semanalmente su pan de cada día.

Los que en invierno se cobijan en las iglesias.

Los que el sacristán manda a cobijarse a la calle.

Los que se estancan.

Los que querrían comer para vivir.

Los que son comprometidos, los que son despedidos, los que son ascendidos, los que son disminuidos, los que son manoseados, los que son investigados, los que son apaleados.

Los que son prontuariados.

Los que se eligen al azar y son fusilados.

Los que no saben comportarse en ningún lugar del mundo.

Los que jamás vieron el mar.

Los que huelen a lino porque trabajan el lino.

Los que no tienen agua corriente.

Los que envejecen más rápidamente que los otros.

Los que se mueren de aburrimiento los domingos por la tarde.

Porque ven llegar el lunes,

Y el martes y el miércoles y el jueves y el viernes,

Y el sábado.

Y la tarde del domingo.



 

Canción recomendada:  Atlantida / «Sale el sol, pero no sale para los desplazados, ni sale en la prisión, ni en un comedor de barrio».

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Esperanza E. Vargas (sadeyes) dice:

    Tremendo el poema, me encantó.
    Un saludo y un placer leerte.
    Besos

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